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23 de Abril de 2009

Una nueva armonía

Los músicos exigimos que se respeten nuestros derechos

Por alguna razón extraña del orden cósmico, algunos seres humanos nacemos con la necesidad de crear diferentes sonidos, acomodarlos, interpretarlos y mostrarlos a los demás. Aún no estoy seguro de si es un don o una maldición, pero, cuando nos damos cuenta, somos músicos en medio de una sociedad que no termina de entender este fenómeno: ¿de que vive un músico?, ¿por qué hay que pagarle si disfruta tanto lo que hace?

¿Cómo se acomoda un músico dentro de una sociedad como la nuestra? Con mucha dificultad. Me mueve la legítima defensa de los derechos más básicos de nuestros músicos nacionales, un sector de la población totalmente vulnerable, marginado de las mínimas garantías sociales y laborales, que ha visto morir en la total indigencia a sus más geniales representantes. Esta situación debe cambiar.

Normalmente, acudimos con gusto a contribuir artísticamente con teletones, conciertos benéficos, emergencias nacionales y causas humanitarias, como debe ser, pero ahora necesitamos nosotros el apoyo de todos los sectores de la sociedad ya que los que no quieren reconocer nuestros derechos nos están atacando con campañas públicas que generan una gran desinformación.

Ante este injusto panorama, decidimos organizarnos de manera independiente como intérpretes, productores y ejecutantes musicales, logrando alianzas con la mayoría de los músicos internacionales. Inspirados en la fe de levantar la calidad de vida de los músicos de las futuras generaciones, estamos logrando generar los cambios necesarios. En lo fundamental, pedimos que, en un país de derecho, se respeten las leyes y que, si lucran con la música, que la paguen.

¿Es acaso abusivo el cobro de un 3% de sus ganancias para distribuirlo entre miles de artistas y poder generar por fin un fondo social y mejores condiciones de vida para quienes graban la música?

Recurrimos a la aplicación de la ley ante un atraso de 27 años en el pago de nuestros derechos y ante infructuosos intentos de negociación. Por supuesto, estamos abiertos al diálogo positivo pues respetamos profundamente el trabajo de todas las partes, pero igualmente exigimos firmemente el cumplimiento de nuestros derechos y una remuneración digna por nuestro trabajo.

El arte propio es necesario para la transformación de nuestra sociedad, para enaltecer el espíritu y los valores, para la fortalecer la identidad nacional y para la construcción de un mejor país. Es vital la creación de una nueva armonía.

Comentario de Manuel Obregón, tomado de:
http://www.nacion.com/ln_ee/2009/abril/23/opinion1942184.html