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23 de Mayo de 2010

Desde mi butaca: Manuel

Natalia Rodríguez

Usa unos sacos vacilones que a veces no combinan mucho con su camisa o su pantalón, pero no importa. Mantiene su pelo mechudo, largo y blanco, que siempre "mete" detrás de sus orejas de una manera vacilona. Su hablar despacio y pausado contrasta con lo profundo y gravísimo de su voz.

Se llevó el piano al despacho y puedo imaginarlo desde ahí sacando un ratito al día para relajarse, a petición de su alma, con los ojos cerrados para imaginarse en medio de la selva como cuando graba Simbiosis, o en algún río de agua clara capitaneando la Orquesta del Río Infinito.

Yo le hablo de vos y le digo Manuel, como casi todo el mundo. Porque Manuel es Manuel, es Papaya, es Malpaís, es Simbiosis, es la Orquesta, es color, es diversidad. A veces pongo sus discos, el de Mangoré y Piano Malango, mis preferidos, los escucho por largas horas y hasta trato de llevar a mis tacones muchos de los jugueteos que hace con sus dedos sobre las teclas. Por cierto, me debe un piano flamenco desde hace rato, que no crea que se me ha olvidado!

Todavía no me acostumbro a verlo como Ministro, la verdad. No me calza en las fotos de encerronas y videos de Consejo de Gobierno. Pobrecito ahí encerrado.

Tal vez el ejercicio debería ser al revés: habría que pensar no que el Ministro de Cultura es Manuel, sino que Manuel es la cabeza del Ministerio.Y que todo su trabajo y su manera de ver el mundo que tan interesante me ha parecido desde hace rato, podría permear mi Ministerio favorito, si es que se permite tener uno, y por qué no, a todos los Ministerios en general.

Los cambios casi siempre son buenos. Renuevan, reciclan. Yo quiero ver un cambio bueno. No quiero perder un buen músico para tener un buen Ministro, ni viceversa. Quiero ambos y quizás soy buchona, sí. Pero no me importa. Así soy de caprichosa.

Tomado de: http://redcultura.com/blogs/index.php/2010/05/23/manuel?blog=17