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1 de Diciembre de 2010

Discurso del Ministro de Cultura y Juventud, Manuel Obregón, en el 62 aniversario de la abolición del ejército

Nuestra vocación es la paz
Manuel Obregón López
Ministro de Cultura y Juventud

El 1 de diciembre de 1948, es decir, hace 62 años, José Figueres abolió el Ejército. Al día siguiente, en estas mismas instalaciones cuartelarias, hoy significativo centro de cultura y recuerdo histórico, pronunció un pequeño pero significativo discurso manifestando lo siguiente: “el Ejército Regular de Costa Rica, digno sucesor del Ejército de Liberación Nacional, entrega la llave de este cuartel a las escuelas para que sea convertido en un centro cultural”.

“La Junta Fundadora de la Segunda República declara oficialmente disuelto el Ejército Nacional, por considerar suficiente para la seguridad de nuestro país la existencia de un buen cuerpo de policía”.

“Somos sostenedores definidos del ideal de un nuevo mundo en América”.

Estas palabras dieron la vuelta al mundo y aquel Decreto es hoy parte de una nueva forma de entender la democracia como un sistema político que no solamente garantiza el bienestar del pueblo sino que lucha significativamente por la vida en paz de toda la humanidad.

Desde este punto de vista, Figueres fijó la orientación precisa del sistema democrático como una forma de convivencia en paz, realidad que nunca se podrá lograr si se tienen ejércitos profesionales.

A partir de aquel día histórico, Costa Rica optó por declarar la paz a la comunidad política mundial, y manifestamos antes, y lo reafirmamos ahora, que nuestra fuerza y nuestra garantía de seguridad es el derecho, la norma jurídica que contiene y defiende todo lo que entendemos por libertad, justicia y valores de la cultura universal.

Durante estos 62 años, la aparente indefensión nuestra nos ha garantizado esa vida en paz y ese respaldo internacional a nuestra fe y vocación por el derecho que se impone victoriosamente sobre las armas y las botas militares.

Hoy, de nuevo, levantamos esa bandera ante los organismos internacionales reclamando lo que nos pertenece, solamente presentando el texto de una ley, de un tratado, sin necesidad de amenazar a nuestros vecinos con fusiles a lo largo de nuestras fronteras.

Hemos aprendido, y la ejercemos, la cultura de la paz, del buen entendimiento, de la culta razón para solucionar todos los conflictos que se pueden presentar entre las naciones porque “somos sostenedores definidos de un nuevo ideal en América”.

Abolir el Ejército fue un acto político incuestionable, pero también una manifestación extrema de lo que podemos entender por la moral en la vida democrática de los pueblos. El contraste que hoy se presenta ante el mundo, de un pueblo, como el nuestro, dedicando la mayor parte de sus ingresos a la educación, a la cultura, al ofrecimiento de oportunidades, con el panorama que apreciamos de otros gobiernos muy cercanos al nuestro, destinando sumas inmensas a la compra de tanques, aviones de guerra y demás material bélico para la destrucción, es aleccionador.

Hoy, este nuevo aniversario nos llega en un momento de crisis nacional e internacional. Fuerzas poderosas, producto de una forma de entender mal la solidaridad, han empobrecido a las naciones, sobretodo a las del amplio mundo del subdesarrollo.

También la naturaleza nos ha golpeado durante los últimos meses. El Gobierno de Costa Rica necesita el apoyo de todas las fuerzas políticas, económicas, sociales y democráticas de este país. Es un momento en que pone a prueba esta fortaleza histórica que hemos sabido mantener levantando orgullosos nuestras banderas de solidaridad interna, de paz y de fe en los valores de la democracia y de los supremos ideales de la humanidad.